Érase una vez un pequeño pajarito llamado Tito, que, a diferencia de sus hermanos, temía volar. Mientras sus hermanos se elevaban alto en el cielo, Tito se quedaba en el nido, temeroso de lo que podría pasar si extendía sus alas.
Un día, mientras Tito observaba a sus hermanos jugar en el aire, una mariposa se posó a su lado. «¿Por qué no vuelas con ellos?», preguntó la mariposa. Tito suspiró y le confesó su miedo a caer. La mariposa, con una sonrisa, le dijo: «Pero, pequeño amigo, no sabrás de lo que eres capaz hasta que lo intentes. El miedo solo es una sombra que se disipa con la luz de la valentía».
Con el corazón lleno de nuevas esperanzas, Tito se paró en la orilla del nido. Cerró los ojos, respiró hondo y, por primera vez, extendió sus alas. Con un pequeño salto, comenzó a batirlas y, para su sorpresa, no cayó. Volaba. A medida que su confianza crecía, Tito volaba más alto, riendo y cantando con alegría.
Tito aprendió que enfrentar sus miedos era el primer paso para superarlos. Desde ese día, nunca dejó que el miedo lo detuviera de nuevo.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.